El más reciente paso de Cerati por Lima

Particularmente, no soy fanático de la música de Gustavo Cerati. Soy de los que les gustan las canciones conocidas de Soda Stereo y algunas que sonaron en las radios del Cerati solista, aunque confieso que a veces no las entiendo mucho. Es más, el agarré un poco de tirria a Soda cuando, tras lanzar sus álbumes de la gira de despedida, unos amigos del barrio recién los descubrieron y no tuvieron mejor iniciativa que escuchar esos discos todo el santo día.

Sin embargo, soy consciente de la gran cantidad de fanáticos de Cerati y de lo importante que fue para ellos el reciente concierto que dio en Lima. Aunque no es mi estilo, le pedí a mi amigo Jorge que escribiera algo al respecto aprovechando que fue uno de los asistentes al concierto. Aquí está su texto:

Gracias Gustavo

He visto a Cerati por segunda vez. Pero esta oportunidad he estado mucho más cerca de él que la primera, en la que tuve que conformarme con ver un punto sobre en el escenario, entre las ocho mil cabezas que tenía delante, y a casi cien metros de distancia.
En aquella oportunidad, el público todavía no había digerido la separación de Soda Stereo, y mientras Cerati intentaba dar un concierto solista, la gente le seguí pidiendo los temas de su vieja agrupación.
Una de los momentos que no podré olvidar jamás fue como aquella vez, en medio de ese mar de gente inmóvil, de tanto saltar y gritar como solo un fanático lo hace, Cerati me saludó a la distancia, alzando el brazo y dejando su guitarra por un segundo. Sinceramente no estoy seguro si en verdad me saludó, pero siempre lo cuento así.
De ello han pasado tres años, y mientras el recuerdo de Soda es cada vez más lejano, el genio de Cerati es cada vez más gigante. Por eso no puedo creer que haya tenido el privilegio de volver a verlo, de haber estado vez más tan cerca, de escucharlo tan nítidamente, cantando cada una de las canciones de su genial último álbum y regalándome el privilegio de escuchar en vivo una versión reeditada y más rockera de Prófugos, el clásico de Soda en los ochenta: “Carreteras sin sentido, religiones sin motivo, cómo podremos sobrevivir. No seas tan cruel, no búsquedas más pretexto, no seas tan cruel, siempre seremos prófugos... los dos”.


Dios mío, se imaginan, en vivo y en directo. Aunque nada jamás se comparará al concierto del 2003, cuando el público aplatanado e inmóvil en sus sitios, explotó de euforia cuando Cerati tocó la mejor versión jamás interpretada de El Rito.
Me importa un pepino si las caderas de Shakira dicen o no la verdad. Me da exactamente lo mismo si Daddy Yankee tiene suficiente gasolina para llegar a su casa o si las chicas de Calle 13 se van a subir la falda hasta la espalda. Yo he visto a Cerati, dos veces, cada vez más maduro, cada vez mejor guitarrista, cada vez más genio.
Cómo canté, cómo sude. Todavía me duelen las piernas de haber saltado tanto y los brazos por haber aplaudido sin parar. Hasta podría jurar que durante el concierto, cuando grite con todas las fuerzas de mi cuerpo “Lago en el Cielo” Gustavo me escuchó, porque solo cinco segundo después empezó con la primera estrofa de la canción.
Mi hermano me ha dicho que no diga tonterías, que el orden de las canciones ya estaba programas desde antes. Tal vez sea verdad, pero al menos, hasta que el propia Cerati pueda desmentirme, ya tengo una anécdota nueva que contar.

Tags Technorati: Gustavo Cerati, Lima, Concierto